A finales de los 70, Loles Vives (Manresa, 1957) se convirtió en la
primera atleta española en bajar de los 12.00 en los 100 metros con
cronometraje eléctrico. Treinta años después de aquello, la catalana ha
ratificado nada menos que con un récord del mundo —el de 60 metros que
logró el sábado en Zaragoza (8.42), para Mayores de 55 años— que vive una segunda juventud sobre
el tartán.
Entre ambos periodos atléticos estuvo casi 10 años sin practicar este
deporte y siempre pensó que su retirada había sido definitiva. Pero
entonces su labor como entrenadora personal a domicilio le devolvió su
idilio con la velocidad. “Después de tener a mi primer hijo, me di
cuenta de que para volver a la élite debía entrenar muy fuerte. Volví a
bajar de 12.00, aunque sabía que con el trabajo y la maternidad no iba a
poder mantenerlo. Pero cumplí 40 años y volví a engancharme al
atletismo”.
Desde entonces, dirigida por su marido Martí Perarnau hasta la pasada
temporada, Vives ha conocido la velocidad con otro prisma, el de la
experiencia. Pese a que los atletas acostumbran a subir de distancia a
medida que cumplen años, Loles nunca ha barajado un cambio. “Soy negada
para el fondo”, asegura. “Es habitual ir variando hacia pruebas más
largas, pero yo moriré velocista, no sé hacer otra cosa. El atletismo
veterano es un reto personal, más si cabe cuando rebasas los 50. Intento
demostrarme a mí misma que puedo correr más rápido a pesar del
transcurso del tiempo. Mi principal desafío es conmigo misma, no tanto
con mis rivales”.
Las ocupaciones laborales de su marido y técnico hasta la pasada
campaña llevaron a Loles Vives a cambiar de entrenador. Encontró en el
ex vallista Alexis Sánchez, que prepara entre otros a Felipe Vivancos,
la persona idónea para dirigir sus sesiones de trabajo. Los cambios en
los entrenamientos —series más largas y un aumento en la carga de
musculación— han dado sus frutos con un récord del mundo tempranero y,
por ello, inesperado. “Era mi debut esta temporada y no pensaba que
podría batir el registro mundial en la primera carrera. En ese sentido,
sí me sorprendió gratamente. Tenía dudas de cuál era mi estado de
forma”, admite Loles.
El entrenamiento invisible
Si cuidar la
alimentación y el descanso es importante para cualquier atleta de élite,
cuando hablamos de deportistas veteranos el llamado entrenamiento
invisible se convierte en un aspecto vital. “Me cuido muchísimo y en
cuanto tengo el mínimo dolor paro, voy al fisio... El único objetivo que
le planteé a mi entrenador fue el de no lesionarme. A partir de ahí, ya
podemos hablar de marcas”, explica la atleta.
El Nacional de veteranos y el Europeo de pista cubierta, a mediados
de marzo en San Sebastián, son los próximos retos de Vives, que sigue
enganchada a la velocidad también como espectadora. “El récord de
Florence Griffith (10.49) es ahora inalcanzable. Se han acercado, pero
pasarán años hasta que alguien pueda batir ese registro”, analiza. Y
entre las más veteranas, un nombre por encima de todos: Merlene Ottey.
“Es de otra galaxia. Su calidad le permite seguir corriendo en
campeonatos internacionales. No me podría medir a ella”, apuntilla.
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