El mundo está pagando un precio
muy alto por el fracaso de las políticas alimentarias. Frente al enfoque
clásico que sitúa la desnutrición como la consecuencia más grave, la ONU pone
ahora el acento en el sobrepeso y la obesidad. Alrededor de 1.300 millones de
personas padecen estos problemas en todo el mundo y más de tres millones acaban
muriendo cada año, según un informe de Naciones Unidas sobre alimentación que
se presentará en Ginebra. Las cifras equiparan la importancia de los malos
hábitos alimentarios con la del hambre, una aproximación bastante novedosa en
el análisis de los desequilibrios alimentarios.
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Mapa del hambre en el mundo |
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Mapa de la obesidad infantil en el mundo |
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Mapa de la obesidad en el mundo año 2009 |
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Mapa de la obesidad en el mundo año 2010 |
"El sistema es una receta
para vidas poco sanas", concluye el documento, que culpa por igual a la
industria alimentaria y a los Gobiernos de estos excesos. A las empresas les
reprocha que hayan reorientado su valor añadido hacia la creación de alimentos
ricos en grasas, sal y azúcar. De esta forma, han quebrado la base tradicional
de la alimentación local, lo que, a menudo, impide garantizar salarios dignos a
los agricultores.
Para los Gobiernos, las quejas
son aún mayores: "Los Estados están desatendiendo la responsabilidad que
tienen de garantizar el derecho a una alimentación adecuada en el marco de las
leyes internacionales de derechos humanos". En concreto, el informe
considera negativas las subvenciones agrícolas sobre determinadas materias
primas (por ejemplo, el maíz y la soja) que sirven como base para esos
alimentos poco saludables y deplora la falta de límites al mercado
publicitario, que hace muy atractivas estas dietas para los niños.
El análisis viene precedido de un
rosario de cifras que contextualizan el problema. Tras constatar que una de
cada siete personas pasa hambre en el mundo, el autor -relator especial de la
ONU para la alimentación, Olivier de Schutter- añade que, pese a todo, el 65%
de la población vive hoy en países donde la obesidad "mata a más personas
que la falta de peso". Porque las consecuencias derivadas de esta
alimentación deficiente han dejado de ser un problema exclusivo de los países
ricos para extenderse con rapidez a los países en vías de desarrollo
Para alertar sobre la importancia
de este fenómeno, el relator apela a la perspectiva económica: un aumento del
10% en las enfermedades ligadas a las dietas poco saludables detraen un 0,5%
del producto interior bruto (PIB) mundial, especialmente por los mayores costes
exigidos a los sistemas sanitarios.
El informe analiza con una
perspectiva muy crítica lo que en las últimas décadas se ha considerado un
éxito de las políticas agrarias. La producción ha aumentado mucho en los
últimos años y eso ha permitido que la población de países en vías de
desarrollo eleve la cantidad de calorías que ingiere al día. Pero ese aporte
energético ha procedido sobre todo de nutrientes como la carne, el azúcar y el
aceite en lugar de provenir de otras sustancias más aconsejables como las
legumbres, la fruta y las verduras. Y esto ha dilapidado algunos sistemas de
producción local que no han podido competir con los enormes subsidios que
reciben las materias primas menos saludables.
Expuesto el problema, el autor se
lanza a proponer varias soluciones, aunque es consciente de que harán falta
muchos esfuerzos para que Gobiernos y grandes empresas sitúen esas
recomendaciones entre sus prioridades. En primer lugar, De Schutter considera "mal
orientadas” las subvenciones agrícolas porque incentivan dietas ricas en
alimentos muy elaborados.
Además, subraya la importancia de
adaptar a las legislaciones nacionales las recomendaciones sobre la
comercialización de leches que sustituyen a la materna, de forma que quede
clara la ventaja de la lactancia natural. Eso implica que las empresas "se
abstengan de promocionar esas leches de sustitución".
También anima el texto a ser más
beligerantes con la exposición de los niños a la publicidad sobre refrescos y
bebidas azucaradas. Más allá de incidir en los anuncios, la ONU apuesta por
gravar su consumo y utilizar los recursos que se obtengan para promover el
acceso a frutas y verduras y concienciar sobre los beneficios de consumirlas.
En el ámbito de la producción,
las recomendaciones se centran en mejorar el apoyo a los agricultores a través
de incentivos fiscales y “asegurar una infraestructura adecuada que conecte a
los productores locales con los consumidores urbanos". En ese terreno, el
documento insta a las compañías a garantizar "que los trabajadores reciben
salarios dignos y que los productores perciben precios justos por sus
productos". De esa forma se preservan las cadenas alimentarias locales.
Con las conclusiones de este
trabajo, el relator especial para la alimentación pretende dirigirse, entre
otras, a las autoridades europeas para que las tengan en cuenta en la próxima
reforma de la política agraria común. De Schutter valora los cambios de este
proyecto, pero lamenta que aún no recoja la perspectiva de las disfunciones
alimentarias.
SE ANUNCIA COMIDA BASURA Y SE
SUFRAGAN CAMPAÑAS EN CONTRA
La defensa de los derechos ha
centrado la carrera de Olivier de Schutter (Bruselas, 1968). Tras casi cuatro
años como relator de la ONU para la alimentación, De Schutter defiende con
ardor el giro que plantea el informe de Naciones Unidas sobre los problemas
alimentarios.
Pregunta. El informe se centra en
los malos hábitos en lugar de la desnutrición. ¿Por qué?
Respuesta. Tenemos que ser mucho
más agresivos frente al sobrepeso y la obesidad, que tienen un efecto enorme,
aunque infravalorado. Hoy provocan al menos tres millones de muertes al año. Y
serán cinco millones en 2030. Mucha gente pensará que tiene que ver con los
malos hábitos, pero es que el sistema hace mucho más caro comer bien que mal.
La obesidad está cobrando tanta importancia como la desnutrición. En China, el
10% de los niños están obesos y otro 10%, mal nutridos.
P. ¿Son problemas equiparables?
R. Por el número de afectados,
son comparables. 925 millones de personas sufren de malnutrición y 1.300
millones, sobrepeso. Hoy, 3,1 millones de personas que mueren de forma
prematura por sobrepeso. Y cinco millones de niños, por falta de nutrición.
Otra forma de mirarlo es el impacto en el crecimiento. En China, este problema
detraerá el 8% PIB en 2025. El sobrepeso se está convirtiendo en una epidemia,
pero desde la ONU aún no conseguimos convencer a los Estados para que lo tengan
entre sus prioridades.
P. ¿Ni por su impacto?
R. Perdemos tres veces: pagamos
subsidios incorrectos, permitimos anuncios de comida basura cuyo coste es
deducible y pagamos costes sanitarios.
P. Enfrentarse a este problema
perjudica a las grandes empresas. ¿Se atreverán los Gobiernos?
R. No ponerles coto es una
perspectiva muy cortoplacista. No es normal que se anuncie comida basura y al
mismo tiempo que los Gobiernos sufraguen campañas para hacerle frente.
P. ¿Quién tiene más culpa?
R. Los Gobiernos son culpables de
haberse preocupado por elevar el nivel de calorías baratas disponibles sin
mirar la dimensión nutritiva. Pero las empresas hacen negocio al animar a
consumir alimentos altos en grasas y sal. Han minusvalorado el impacto
sanitario de lo que hacen y esconden sus efectos.
P. También se recomienda gravar
la comida basura.
R. Se acaban de adoptar medidas
en Dinamarca, Hungría, Francia, pero aún son difíciles de valorar. Lo que
sabemos es que si sube el 1% el precio de los refrescos, el consumo desciende
un 10%. Es escandaloso que en México sea más accesible la Coca-cola que el agua
potable. Se puede pensar que al final es gravar a los más pobres, pero el
dinero que se obtenga debería utilizarse para hacerles más accesible la comida
sana.
FUENTE | El País Digital 06/03/2012 Autor: Lucía Abellán