Y TENEMOS AMIGOS EN TODO EL MUNDO
Los deportistas no nacen, se hacen. Siempre en función de la educación, los hábitos que les inculquen de pequeños, lo que vean en sus casas, las circunstancias de su existencia, el entorno, la cantidad de divertimentos en la sociedad que les toque vivir, y la manera que tengan de enfrentarse a la vida, así se perfila el nacimiento de un deportista.
Pero, la calidad no se entrena. Y esta es una premisa muy trillada en todos los años que tengo, que son casi todos los que llevo viviendo por, para, y del deporte.
Que la calidad no se entrena lo han dicho muchos pensadores de maneras diferentes, recordemos si no el proverbio latino Quod natura non dat, Salmantica non præstat. Aunque yo lo recuerdo en boca de Queco del Rosal uno de los atletas más carismáticos que he tenido el honor de entrenar.
Lo que puedes mejorar son tus capacidades, pelear, luchar, levantarte después de caer y volverlo a intentar. Los profesionales del deporte estamos acostumbrados a ver que aquel que más cualidades tiene, no suele ser el que más se esfuerza, ni el que más en serio se lo toma. Y así, cuando todas estas condiciones confluyen, calidad, espíritu de sacrificio, afán de superación, y circunstancias adecuadas, es entonces cuando surge un campeón.
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El gran Martínez en acción. 400ml 46".65 |
Deberíamos de ser conscientes de que tenemos un único cuerpo que nos acompañará durante nuestro paso por la tierra y también deberíamos de considerar que según como lo tratemos, así nos responderá.
Si te pasas el tiempo ninguneándolo, si no lo escuchas, lo fastidias, le buscas problemas, lo sobrecarga de estrés, y le das la lata, entonces responderá de la misma manera.
Recuerda que es el habitáculo que te han prestado para la aventura de la vida y tiene fecha de caducidad. Lo que piensas, lo que dices y lo que sientes tiene que ir en la misma línea y además, tratarás a tu cuerpo como se merece.
Dale un poco de alegría. Dale un poco de aeróbico de forma sistemática, no te olvides de los ejercicios, tonifícalo, estírate como los gatos, dale agua, dale serenidad, dale paz, dale buenos pensamientos y buenas palabras.
Mientras no sea para ti un disfrute cuidarlo sin obsesiones, no estarás pleno y tu mente te meterá cornadas que no sabrás torear. Tú verás lo que decides hacer pero sé constante; aunque a veces te coma la desidia, se constante. Aunque la pereza se adueñe de tu mente, da el primer paso. Si la apatía, el malestar o la falta de tiempo, te acogotan, ignóralos; cualquier momento es bueno para empezar. Merece la pena, siempre merece la pena.
Todo aquel que haya pasado por el lance de entrenar un día y otro y otro, merece pasar a los anales de la historia por derecho propio. Por su coraje, su valor, su saber estar, por su capacidad de sufrimiento y su afán de superación; y es que el atletismo es la mejor escuela para la vida. Si las cosas no salen a la primera, los deportistas hemos comprobado que ya saldrán a la siguiente y para ganarnos, cualquiera, tiene que hacerlo en la pista y dándolo todo, no sobre el papel y con altisonantes palabras. Ni nos vencerán por el poder de su padre, ni por las influencias de su madre, ni por los mimos de la abuela. Tendrá que ganarnos la persona dando lo mejor de sí y peleando cuerpo a cuerpo, porque nosotros sabemos que la posición en la llegada no la da la cuna, si no la marca.
Y aunque tildamos a los velocistas y saltadores de chulillos, presumidos y muy egocéntricos; a los fondistas de generosos en el esfuerzo, nobles de espíritu y voluntariosos; a los lanzadores de bonachones y difíciles de enfadar; al margen de estos estereotipos, es cierto que el atletismo imprime carácter y deja en la vida entera del que lo práctica la marca de haber luchado en el lado oscuro. Desarrolla en nosotros un sentido del humor que permite disfrutar de cosas, de las que muchos se quejarían.
Somos atletas, corremos cuatrocientos, nos asusta el miedo al sufrimiento que tenemos antes de una carrera y del que no podemos escapar ni con la experiencia ni con la práctica. Eres consciente de que ahora estás bien pero dentro de un rato vas a estar tan jodido que tus piernas no responderán a las órdenes de tu cerebro. Desde que suena el disparo de salida ya no existe nada en el mundo más que correr, tu cuerpo, y una voz en off que habla desde el centro de la tierra. Ordenas y ordenas pero el ácido láctico te devora, tal parece que te come hasta las entrañas, está acumulándose en tu culo. Los cuádriceps pesan toneladas y los isquios, bloqueados, se convierten en meros espectadores de la patética imagen que tienes de ti mismo en este segundo. Los brazos bailan la misma danza trágica y puede que el cuello, lugar por el que empiezan los desastres, este tieso como un palo.
Pero tú sigues allí, creyendo que pedaleas en el mismo metro de tu existencia, con la sensación de impotencia escrita en la cara, el corazón bombeando sangre a lo loco y en vez de respirar, jadeas como un animal. Ciertamente así es la vida y así siente, casi el universo entero, los últimos metros de una carrera.
Decía alguno de mis entrenadores, que los atletas tenemos amigos en todo el mundo y va a ser verdad, porque alguien que haya compartido contigo, de alguna manera, tamañas sensaciones de miedo y agonía será tu amigo para la eternidad. Jamás olvidareis lo que os ha unido. Seremos amigos. Seréis amigos. Amigos para siempre.
Mientras estés vivo, siéntete vivo. Cuando por los años no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina. Cuando no puedas caminar, usa el bastón… ¡Pero nunca te detengas! Nosotros, y hablo en nombre de todas las personas que amamos el deporte, estamos totalmente de acuerdo con La Madre Teresa de Calcuta.
La familia del atletismo nacional y sobre todo el asturiano está de luto. El amplio grupo de personas que en algún momento de nuestras vidas hemos compartido momentos con Yago Lamela estamos conmocionados. Este súper hombre que en mil novecientos noventa y nueve saltaba al otro lado del mundo para saborear la gloria, nos ha dejado. Guiado en sus mejores tiempos por el carismático Juanjo Azpeitia y mimado por el doctor Miguel del Valle, ha sacado a pasear nuestros mejores recuerdos de tiempos irrepetibles. Los que defendiendo los colores verdes y negros de nuestro adorado equipo de atletismo de La Universidad de Oviedo hemos compartido con él, autobuses, aviones y competiciones estamos pasando el trance de despedirnos prematuramente de un tímido compañero.
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Azpeitia y Yago hacían buen tándem |