Acumula los kilómetros de toda su carrera en varias cajas, a modo de
diario, sensaciones y recuerdos de toda una vida dedicada al atletismo.
Es su despedida oficial de la élite, de los 42,195 kilómetros con los
que ha convivido en la última etapa de su carrera deportiva.
Con 42
años, Chema Martínez dice adiós al atletismo de alto nivel -a excepción
de la próxima San Silvestre Vallecana Internacional- y lo hará este
domingo en el mítico maratón de Nueva York.
Será la tercera vez que el madrileño corra en la Gran Manzana, pero
nunca antes había partido con los mejores. “He vivido el ambiente desde
dentro por una causa solidaria, la de Proniño. De hecho, mi mejor tiempo
es 3.38:00, lejos de mis marcas. El año pasado, además, no pudimos
correr debido a la suspensión del maratón por las consecuencias del
huracán Sandy, así que este año será aún más especial”, explica Chema
Martínez.
Con la ilusión del debutante, nadie diría que las piernas del
madrileño acumulan casi 150.000 kilómetros de entrenamientos y
competiciones. Más sueños y alegrías que decepciones en una larga
carrera que comenzó en 1996 con su debut con la selección española.
“Desde entonces vivo casi en una concentración permanente”, analiza
Chema. “Han sido muchos años dedicados al deporte de forma
ininterrumpida, los 10 últimos sin vacaciones. Muchas experiencias y
buenos momentos de los que sigo disfrutando, soy feliz”.
Porque para el madrileño, medallista continental al aire libre en
tres ocasiones (oro en Múnich 2002, plata en Goteborg 2006 y Barcelona
2010), correr es una filosofía de vida. Por eso, este adiós es sólo un
punto y aparte para esas decenas de pares de zapatillas que guarda en su
casa. “No dejaré de correr hasta que me muera”, asevera. “Sigo con
ganas de hacer cosas, pero por edad no puedo pelear con los mejores. Es
ley de vida y asumo mi rol. Ahora seré un runner más”.
Precisamente ese carisma es el que ha acercado a Chema Martínez a la
calle. Este año, por ejemplo, colabora con la organización del Maratón
de Madrid, a los que ha asesorado para la modificación del recorrido,
que ha permitido suavizar un circuito que recibía muchas críticas por su
dureza en los últimos kilómetros. “El maratón es una distancia con la
que mantienes una relación de amor-odio constante”, explica Chema. “El
enfado que tienes con los 42,195 kilómetros es que te entrenas para
hacerlo bien, pero no tienes la seguridad de que vaya a salir”.
Por eso, y pese a su polivalencia en el mediofondo y fondo, el
madrileño se considera un atleta de 10.000. “Es la distancia que me ha
dado todo, donde me he sentido más cómodo. No soy un hombre de marcas,
pero creo que los 27:30.56 que hice en 2003 podía haberlos mejorado. He
dominado muchas distancias, quizá soy un todoterreno del fondo, pero ya
no voy a mejorar más”, bromea.
Después de 19 años en la élite, Chema obvia los malos recuerdos,
muchas instantes negativos de una carrera de obstáculos. “El último que
viví fue en Londres, donde no estuve por lesión. Siempre te acuerdas del
más reciente, pero en el fondo sólo permanecen los buenos momentos”. Y
espera que Nueva York sea uno de ellos, el más especial, el de su adiós.
Para ello lleva entrenándose los últimos años, con mejores tiradas que
temporadas anteriores.
La subida al cerro Garabitas, en la Casa de Campo de Madrid, ha sido
uno de sus escenarios de entrenamiento más habituales en las últimas
semanas. “El circuito de Nueva York es complicado, pero lo conozco muy
bien y me he entrenado para ello. Yo no podré estar delante peleando por
el triunfo, pero me encuentro bien e iré a por todas”, asegura el
atleta, que no cree que el récord de la distancia baje de dos horas.
“Nadie está capacitado para hacerlo a corto plazo, aunque los africanos
le han perdido el respeto. De ahí las grandes marcas que están
realizando”.
Diecinueve años después de su debut, Chema no cambiaría nada de su
carrera deportiva. “De todo se aprende. Y he logrado triunfar en alguna
ocasión”, sonríe. Ahora afronta otro reto, el de la despedida en la Meca
del maratón, en Nueva York. Después, le seguirán esperando los
kilómetros de asfalto... y algún que otro nuevo reto.
(MARCA)