Una infancia triste envejece prematuramente los cromosomas
Vivir en un hogar feliz durante
la infancia no solo garantiza un bienestar emocional, también físico.
Científicos del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan
han demostrado que los niños que crecen en ambientes hostiles y con circunstancias
adversas sufren un envejecimiento acelerado de sus cromosomas.
FUENTE | ABC Periódico Electrónico S.A. 08/04/2014
Es decir, el sufrimiento
emocional, ya sea por una falta de atención o inestabilidad familiar, deja una
huella física en nuestros genes. La edad biológica real, no la que aparece en
el DNI, se puede medir conociendo la longitud de los telómeros (los extremos de
los cromosomas de cada célula). Cuanto más largos tenemos estos telómeros, más
longevos podemos llegar a ser y menos capacidad tenemos de enfermar. El cáncer,
el estrés crónico, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares se
relacionan con el acortamiento de esta especie de capuchones que se encogen
cada vez que las células se dividen. Los telómeros son, por tanto, un testigo
interno de nuestra salud.
ESTABILIDAD EMOCIONAL
La investigación, realizada con
40 niños de 9 años, demostró que los niños criados en peores ambientes tenían
los telómeros con una longitud similar a los de una persona de mediana edad.
Los detalles de esta investigación se publican en la revista Proceedings.
Los niños se eligieron, según su
ambiente familiar y procuraron seleccionarlos de ambientes muy extremos. La
mitad vivían en condiciones muy desfavorables y la otra mitad en hogares que
podrían ser considerados privilegiados. El estudio no medía solo las
condiciones económicas de la familia, también tenía en cuenta la estabilidad
emocional y sentimental de los padres o la educación. Por ejemplo, los hijos de
madres que habían cambiado de pareja más de una vez tenían los telómeros un 40
por ciento más cortos que aquellos que solo habían conocido un solo padre y una
sola madre.
Y aquellos cuyas madres tenían
estudios superiores tenían un 35 por ciento más largos los telómeros de media.
También descubrieron que los telómeros cortos estaban asociados con padres más
violentos y madres excesivamente jóvenes. La investigación ofrece una prueba
más de que el estrés crónico puede acortar los telómeros y producir un
envejecimiento acelerado. Y demuestra que las relaciones y el ambiente social
pueden provocar profundos cambios biológicos en el organismo, hasta el punto de
desvirtuar nuestra salud.
GENÉTICAMENTE MÁS SENSIBLES
Aunque no todos los niños acusan
de la misma manera la presión ambiental. En los análisis genéticos realizados
se encontró también que determinadas mutaciones genéticas hacen más sensibles a
sufrir los efectos del entorno. Aquéllos con una combinación de genes
implicados en la liberación de serotonina y dopamina, tenían los telómeros más
largos cuando crecían en un ambiente privilegiado y los más cortos cuando
sufrían los efectos de un hogar menos favorable.
Los datos son importantes, aunque
para saber exactamente cómo la dopamina y la serotonina están involucrados se
necesita de investigación más abundante. Y ese es el siguiente paso. De hecho,
los mismos investigadores planean extender el estudio e incluir a un millar de
niños. Para este ensayo se elegirán chicos adolescentes hasta los 15 años de
edad.
Autor: N. Ramírez de
Castro
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