jueves, 31 de octubre de 2013

CARTA DE UN PADRE TRAS PERDER A SU HIJO



"Mi nombre es Víctor Marín Casanovas. Soy de esos hombres que cuando toca sentarse en los despachos de la gente importante, bajan la mirada y se esconden las manos por la vergüenza que a veces me hace enseñarlas, llenas de llagas y rasguños de tanto trabajar. Yo me senté en su mesa.

El desprendimiento de un muro en la carretera de acceso al castillo de la ciudad que usted gobierna me hizo venir corriendo hasta Xàtiva. Había que hacer una actuación de urgencia, había que estabilizar la zona del desprendimiento para evitar que fuera a más y cortara completamente la carretera de acceso. Con la ayuda de su secretaria y el informático, pudimos terminar rápidamente un pequeño presupuesto para poder poner manos a la obra y hacer una actuación de urgencia.

Sentados a su mesa, yo le expliqué en qué consistían cada una de las actuaciones descritas en la oferta, el saneamiento del talud, los anclajes, el hormigón proyectado, etc . Usted dio el visto bueno y me lo firmó con la condición de que la actuación fuera inmediata. Y así fue, a los pocos días el problema ya estaba resuelto.
Puede que con estos datos que ahora le he dado pueda recordarme o al menos sabe de lo que estoy hablando.

Este sábado he vivido el peor episodio de mi vida. Se me ha matado un hijo en la carretera. Un joven de veinte años, deportista, buena persona, amigo de todo el mundo. Cuando digo de todos quiero decir de todos, de catalanes, de valencianos, de madrileños y de todos los países y de todos los colores.
Mi hijo se llamaba Nil Marín López- Pastor, nacido en Mataró, catalán de raíz, bisnieto de aragonés y nieto de andaluces por parte de madre. Estudió en los Maristas de Mataró y actualmente cursaba tercero de ciencias de la actividad física y el deporte en la Universidad de Girona.
Como padre, yo no sé si usted lo es, imagínese el dolor que en estos momentos tengo dentro de mí. Mientras escribo esta carta debo secar las lágrimas que me bañan las gafas que llevo para poder ver de cerca. Mi hijo era el portero del filial del Girona FC, era aquel chico de veinte años muerto el sábado por la mañana cuando iba a entrenar, al que los jugadores del FC Llagostera, compañeros y conocidos de Nil querían rendir un pequeño homenaje con un minuto de silencio antes de empezar el partido contra su equipo, pero usted se negó diciendo "si ha fallecido un portero del Girona lo sentimos, pero no nos incumbe", que si tan importante era para ellos hacer este pequeño homenaje que lo hicieran el día que jugaran en casa.

Pues sí, allí le haremos este pequeño homenaje, pero seguro que no voy a bajar la mirada ni me esconderé las manos, las llevaré como siempre con rasguños, bien desnudas y orgullosas de trabajar para quien sea, sean catalanes, valencianos, madrileños, de un color o de otro.

Nil era catalán, y mucho, como yo lo soy también, y lo era el día que me senté a su mesa para ayudarle a resolver un problema. Porque nosotros, los catalanes, tanto si somos o no independentistas, somos gente de alma, carne y hueso, como ustedes, ustedes que el domingo nos hicieron discriminar como dicen en algunos tuits, que dicen que este portero era un nacionalista y que no tenía cabida hacerle un homenaje en su casa.
Seguro que aquel 19 de noviembre de 2012 a usted le habría importado bien poco saber si yo era o no era nacionalista, si mis hijos lo eran o no.
Pues hoy, aquel hombre de las manos reventadas continúa con el teléfono en las manos por si alguien de Xàtiva, de Madrid o de Sevilla lo necesita y lo puede ayudar. Ésta es la gran diferencia entre usted y yo.

Mataró , 29 de octubre de 2013"

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