Premiar las malas gestiones
Uno de los
indicadores que señalan el desarrollo del Estado de bienestar de un país es la
práctica deportiva de sus ciudadanos por los beneficios que ello implica en
aspectos tan fundamentales como la educación, la salud o la economía.
Debe ser una obligación por parte de las Administraciones
Públicas fomentar el deporte desde edades tempranas hasta las más adultas,
poniendo los medios que sean necesarios para que la actividad física sea una
prioridad durante la vida de una persona. Sin duda es una inversión, no un
gasto.
En España nos hemos equivocado. Hemos escatimado recursos
para el deporte base o deportes minoritarios, inyectando miles de millones de
euros de dinero público en clubes profesionales o en sociedades anónimas
deportivas que año tras año han gestionado mal sus presupuestos, acumulando
deudas con el Estado de las que ya no queda ninguna posibilidad de
recuperación.
El deporte profesional no puede depender del Ayuntamiento,
de la Diputación o de la comunidad autónoma de turno que justifica esos
desembolsos en función de unos beneficios sociales y de imagen que realmente
desconozco.
El deporte profesional necesita un cambio urgente y no un
parche para alargar su agonía. Premiar malas gestiones no es la solución.
Álvaro Abril Aparicio 12 JUL 2013
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