martes, 8 de enero de 2013

LA SUSTANCIA OCULTA QUE PONEN EN LOS ALIMENTOS PARA QUE COMAS MÁS



La fructosa es un edulcorante cada vez más utilizado en la industria alimentaria. Si en la década de los 70 se limitaba a los alimentos especialmente recomendados para diabéticos y a los refrescos, en los últimos años se ha popularizado en una gran variedad de productos.


Este aumento de su uso ha ido parejo al constante incremento de las personas diagnosticadas con intolerancia a la fructosa, lo que ha motivado numerosas investigaciones para determinar sus efectos sobre la salud. Los primeros estudios que advirtieron sobre los perjuicios de su consumo para algunas personas, como hipertensión, gota o diarrea, fueron considerados de alarmistas y poco concluyentes. Sin embargo, una reciente investigación de la Universidad de Yale, avalada por la American Medical Association, ha confirmado dichos riesgos, añadiendo que es una de las principales causas del sobrepeso y la obesidad.

El organismo de las personas intolerantes tiene una mayor dificultad para metabolizar esta sustancia, la cual provoca efectos similares a los que sufren los intolerantes a la lactosa, generando dolor intestinal, gases, vómitos y diarrea. El efecto de la fructosa, generalizable a la totalidad de la población según advierte el estudio dirigido por Carroll Kathleen, es que aumenta el apetito debido a que su consumo reduce los niveles de sangre en la región del cerebro (hipotálamo) que regula la sensación de saciedad.

UNA RELACIÓN CAUSA-EFECTO CON EL SOBREPESO

Para ilustrar la necesidad de tener en cuenta la limitación de la fructosa en las dietas de adelgazamiento, los investigadores ponen como ejemplo que "una crepe hecha con fructosa tiene muchas más calorías que una hecha con azúcar". Por ello, Kathleen sostiene que el aumento en el consumo de fructosa ha sido paralelo al aumento de la obesidad, además de provocar a la larga una alta resistencia a la insulina. Su consumo habitual también se ha relacionado con el aumento de triglicéridos.

Para llegar a esta asociación entre el consumo de fructosa y el sobrepeso, los autores del estudio realizaron un análisis neurofisiológico mediante resonancias magnéticas a un grupo de voluntarios tras consumir alimentos con alto contenido en fructosa, principalmente repostería y helados, puesto que la fruta contiene niveles bajos y no dañinos de esta sustancia, al contrario de la creencia popular. El resultado fue que los participantes sufrieron una especie de desactivación de la zona del cerebro que regula el apetito, reduciendo así los niveles de las hormonas de la saciedad y provocándoles una mayor hambre de la habitual para ellos. Unos efectos que no se produjeron tras consumir productos confeccionados con azúcar u otros tipos de glucosa.

REINVENTAR LAS DIETAS

Esta investigación llevada a cabo en humanos viene a confirmar las conclusiones de otros ensayos en animales como el dirigido hace casi seis años por el catedrático de farmacología de la Universidad de Barcelona, Juan Carlos Laguna. Por aquel entonces, el investigador español ya había determinado mediante pruebas en ratas de laboratorio que la ingesta excesiva de fructosa engorda y deteriora el ajuste energético del organismo.

Un estudio anterior de la Universidad de Florida y publicado en la revista científica European Journal of Nutrition ya alertaba directamente a los nutricionistas para que, en lugar de limitar el consumo de productos ricos en almidón, como pan, arroz o patatas, suprimiesen de las dietas los alimentos con altas cantidades de fructosa porque engordan más.

El consumo habitual de fructosa aumenta los niveles de ácido úrico, según atestigua otra serie de investigaciones. Este crecimiento desestabiliza los mecanismos encargados de almacenar el azúcar, por lo que puede generar sobrepeso, síndrome metabólico y diabetes tipo 2.

PROBLEMAS CON EL ETIQUETAJE Y ALTERNATIVAS

Las mayores cantidades de fructosa están presentes en los refrescos. Sin embargo, el etiquetaje de estos productos no siempre especifica su cantidad y en ocasiones aparece referenciado como levulosa, jarabe de maíz rico en fructosa o directamente con sus siglas en inglés (HFCS), lo que suele ocasionar problemas para las personas intolerantes a esta sustancias.


Por otra parte, la legislación vigente no obliga a especificar en el etiquetado aquellos productos alimenticios elaborados a partir de varios productos cuando se trata de compuestos cuya cuantía en peso sea inferior al 25%. Por tanto, si contiene fructosa por debajo de esta cantidad no es necesario especificarlo en la lista de ingredientes. Sin embargo, las alternativas a la fructosa son muchas y variadas. Existen numerosos edulcorantes, y entre los que más se utilizan se encuentran la sacarina, el maltitol, el sorbitol, el xilitol o el aspartamo.

FUENTE | El Confidencial  08/01/2013
Autor:   Iván Gil

No hay comentarios:

Publicar un comentario