SAL COMÚN Y SAL MARINA
A día de hoy a
la sal se la tiene por algo perjudicial, se ha ganado una mala fama que hace
que nos fijemos en la cantidad de sal que consumimos. Pero, ¿es merecida esa
mala fama?
Para empezar
hay que conocer que tipos de sal hay y como se elaboran. Las más conocidas son
la sal común o de mesa (la que más se consume y la más habitual en los hogares)
y la sal marina sin refinar (se consume de forma minoritaria).
La sal común es
un producto de la industria química que contiene cloruro sódico, al que a veces
se le añade de forma artificial yodo y flúor. Además contiene conservantes que
no es obligatorio declararlos en los envases: fosfato de cal, carbonato de
calcio, carbonato de magnesio, hidróxido o silicato de aluminio (la presencia
de aluminio se deposita en el sistema nervioso y en el cerebro, hay estudios
que empiezan a relacionarla con el alzehimer), además de E-535, E-536, E-540,
E-550, E551, E-552, E-553b, E-570 y E-572. Son productos químicos
antiapelmazantes, antidesecantes y blanqueantes que sirven para dotar a la sal
de un aspecto que resulte agradable para el consumidor.
La sal marina
se obtiene de forma natural por la evaporación del agua de mar provocada por el
sol y el viento. Contiene, en equilibrio fisiológico, las sales minerales
que nuestro organismo necesita, en concreto contiene los 84 elementos que
componen el cuerpo humano y en la proporción exacta.
Porque hay que
aclarar que el cuerpo humano necesita para su funcionamiento de todos los
minerales, aunque sea en mínimas cantidades. Sin la presencia de esos minerales
y oligoelementos no sería posible el intercambio celular. Por ejemplo, al
calcio se le conocen sus propiedades como elemento formador del hueso, además
tiene otras muchas funciones en forma de oligoelemento, sin su presencia no
sería posible la contracción de los músculos. Y así con el resto de minerales.
Es por esto que hay que afirmar:
La sal es imprescindible para la vida humana
Y sin embargo,
nos limitamos a consumir sal de mesa, que sólo suele contener dos minerales,
provocando un exceso de sodio que lleva al cuerpo a sufrir patologías como la
hipertensión arterial. Porque la necesidad diaria de sodio que el cuerpo humano
necesita se cifra entre 1,5 y 2 gramos diarios. Lo normal es que unos 350-400
gr. de pan ya contengan la cantidad de sodio que el cuerpo necesita.
La sal común es perjudicial para la salud
El exceso de
sodio en los tejidos fija un exceso de líquido en los mismos, produciendo con
ellos una dificultad para el intercambio metabólico celular, implicando con
ello el estar abonando un terreno propicio para las enfermedades. Este exceso
de líquidos produce un estancamiento y acumulación de fluidos en articulaciones,
riñones y circulación linfática.
Explicado de
otra manera, hay que entender que el exceso de sodio el cuerpo lo toma como una
sustancia tóxica que hay que eliminar lo antes posible. Hay que tener en cuenta
que necesitamos 1,5 gr. de sodio (lo que equivale a unos 4,5 gr. de sal) y el
consumo medio en Europa por habitante está entre 12 y 20 gramos (hay que tener
en cuenta que no sólo consumimos la sal que echamos al plato, sino que ya va
incorporada en multitud de alimentos). Nuestro cuerpo sólo tiene capacidad para
eliminar entre 5 y 7 gramos al día de cloruro sódico, esto conlleva a los
órganos encargados de eliminar ese exceso a estar sobrecargados. El sodio, que
es imprescindible para la vida ya que está enel líquido que baña las células,
se convierte en un problema. El cuerpo quiere evitar la sobrecarga hidratándose
con agua celular (se necesitan 23 gramos de agua celular por cada gramo de
cloruro sódico que no se es capaz de expulsar). Esa utilización de agua celular
para compensar ese exceso de cloruro sódico conlleva a una muerte celular, que
a su vez produce una muerte de tejidos que hay que expulsar, provocando más
sobrecarga al cuerpo. Por eso el exceso de cloruro sódico provoca edemas y
exceso de ácido.
Cuando no se
puede sacrificar más agua celular se utiliza otra vía, la cristalización de
huesos y articulaciones. Para ello, los aminoácidos de origen animal se unen
con el cloruro sódico y se depositan en forma de cristales de ácido úrico dando
lugar a piedras renales y de vesícula biliar, además de artritis, artrosis y
enfermedades reumáticas.
Según el ministerio de sanidad se
relaciona el exceso de sal con la hipertensión arterial, enfermedad
cardiovascular, osteoporosis, litiasis renal y cáncer gástrico (fuente: memoria
del plan para la reducción del
consumo de sal.
La sal marina sin refinar es beneficiosa para la
salud.
Todo lo
contrario, la sal marina, permite a los líquidos traspasar sin trabas las
membranas celulares. Esto permite a las células extraer más alimento del fluido
intracelular. Al contener todos los minerales y oligoelementos en la proporción
que el cuerpo necesita, nos aseguramos de aportar las sales que el organismo
necesita sin afectar al equilibrio hidroelectrolítico e iónico.
Reflexión
Ante un
panorama como el descrito os animo a reflexionar. A nivel dietético tenemos un
montón de creencias que no tienen ningún sentido. La semana pasada hablamos de
la fruta como postre, es este caso el ejemplo es la sal. El caso es que hemos
dado cabida a muchas cosas absurdas, dándolas por habitual, perjudicando con
ello a nuestro cuerpo.
Os animo a
actuar a través del pensamiento y no “porque como lo hace todo el mundo”. Se
puede empezar por cambiar la sal común por sal marina sin refinar.
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