Investigadores de la Universidad
Politécnica de Madrid (UPM) colaboran en nuevos estudios que relacionan la
actividad física y los buenos hábitos alimentarios con niveles de insulina y
leptina más controlados, lo que puede prevenir la obesidad y la diabetes.
Estas investigaciones, realizadas
con adolescentes, muestran que un mejor estado de forma física está relacionado
con menores niveles de insulina así como una menor resistencia a la misma, lo
que ayuda a prevenir la diabetes. Del mismo modo, han constatado que
adolescentes con una mejor forma física presentan niveles más controlados de
leptina, relacionada con el control del apetito, lo que ayuda en la prevención
de la obesidad.
En nuestros días, el problema de
la obesidad y enfermedades asociadas como la diabetes ya son una gran realidad
entre la población con especial alarma en jóvenes. Estudiar hábitos de vida
saludable que ayuden a paliar este problema es el objetivo del proyecto europeo
HELENA (Healthy Lifestyle in Europe by Nutrition in Adolescence) en el que
colaboran investigadores de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y
del Deporte de la UPM con la Universidad de Zaragoza, coordinadora del
proyecto, y la Universidad de Granada.
En el marco de este proyecto, los
investigadores han constatado que los adolescentes con mayores niveles de
fuerza muscular y de actividad física. tienen menores niveles de la hormona
insulina y de resistencia a la misma, que son aspectos fundamentales para
controlar la glucosa y prevenir la diabetes, según afirma el Dr. David Jiménez
Pavón, de la Universidad de Zaragoza y antiguo miembro de la Universidad
Politécnica de Madrid con la que colabora en estos trabajos.
Además, cuando los adolescentes
practican más actividad física o tienen mejor estado de forma poseen niveles
más controlados de otra hormona llamada leptina cuyo rol está relacionado con
el gasto energético y el control del apetito.
De las investigaciones también se
concluye que no sólo es importante el ejercicio, aunque sí parte indispensable,
sino que los hábitos de alimentación han mostrado que pueden influir en los
niveles de insulina estando más aumentada en el caso de un mal hábito o
elección de alimentos.
Estos resultados son de especial
relevancia para adolescentes que en edad de crecimiento y asimilación de
hábitos están aún en situación de modificar un estilo de vida no saludable por
otro más activo y saludable cuyas consecuencias no serán sólo a corto plazo,
sino que repercutirán en el resto de sus vidas.
FUENTE | UPM - mi+d 15/10/2012
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