El alto consumo de azúcares, en
especial fructosa, presente en alimentos precocinados y bebidas podría estar
detrás de la obesidad y las enfermedades asociadas a ella, conocidas como
síndrome metabólico, advierte en «Nature» Robert H. Lustig, neuroendocrino
estadounidense conocido por su cruzada contra la fructosa.
Argumenta que esta sustancia es
tan tóxica como el alcohol y debería recibir igual trato. «Está demostrado que
puede favorecer el síndrome metabólico, un conjunto de patologías que se
consideran factores de riesgo para el infarto de miocardio, angina o ictus»,
señala Petra Sanz, de la Sociedad Española de Cardiología.
Esteban Jódar, jefe de Servicio
de Endocrinología del Hospital Quirón de Madrid, corrobora que se va
estableciendo la relación entre bebidas ricas en fructosa y síndrome
metabólico. La ingesta abundante desarrolla resistencia a la insulina y a la
leptina, hormona que regula el nivel de lípidos en sangre, y acelera la
obesidad, como muestra un estudio del CIBERobn, explica Miguel Ángel Martínez
Olmos, del Complejo Hospitalario de Santiago de Compostela.
Por eso «hay una corriente en
Estados Unidos partidaria de gravar estos alimentos de fácil acceso implicados
en la epidemia de obesidad y diabetes que sufrimos y que amenaza a los sistemas
de salud. Sería razonable una mayor formación para que los conocimientos sobre
nutrición no venga solo de anuncios», aclara Jódar. Una opinión que comparte
Petra Sanz, que cree que el etiquetado en alimentación debería ser más preciso.
Olmos va más allá: debería regularse la cantidad de azúcar añadido.
FUENTE | ABC Periódico
Electrónico S.A. 02/02/2012
Autor: Pilar Quijada
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