Esta foto que acompaña a esta entrada no pertenece al artículo, es de un niño somalí que necesita de nuestra solidaridad como algún que otro millón de ellos, ahora, en estos precisos instantes.
"La solidaridad nos hace más felices, desde el altruismo" asegura el profesor Josep María Serra Grabulosa, de la Universidad de Barcelona. "Aunque uno a nivel individual piense que está haciendo poca cosa, está contribuyendo al bienestar de las personas y eso es algo que se distribuye y acaba construyendo una sociedad más solidaria y, por tanto, más feliz", explica el científico, con una sonrisa.
FUENTE | El País Digital 20/07/2011
Las conclusiones pertenecen al 4º Informe 'La felicidad y la percepción de la salud', realizado por el Instituto Coca Cola de la Felicidad y la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, presentados en una rueda de prensa. El estudio, basado en 3.000 entrevistas a españoles de entre 18 y 65 años, afirma que ante un problema de salud, las personas más felices se sienten más saludables que las menos felices. Para ser feliz, hay que ser optimista. Pero, ¿Cómo se puede ser optimista en crisis? "Siendo solidarios e imitando las actitudes positivas que vemos en otros frente a la adversidad", sostiene Grabulosa.
La sensación de salud, según la investigación, está relacionada con la felicidad y ésta, con los afectos. "Un aspecto muy relevante es la influencia de la familia y los amigos en el proceso ya que, los que se sienten acompañados, se sienten más saludables que los que tienen menos apoyo", resume el estudio. Esto significa que las personas enfermas pueden sentirse más sanas que las que no lo están, independientemente de la gravedad del padecimiento. Todo depende de cuánta contención social reciban.
"El apoyo social fomenta la felicidad", asegura el doctor y co-autor del estudio, Gonzalo Hervás. La crisis no tiene por qué afectar el optimismo. "Hay casos de personas que tienen trabajo y son infelices frente a otras que, en paro, se sienten mejor", explica Hervás.
Los problemas físicos, además, son menos importantes que los psicológicos, a la hora de sentirse satisfecho con la propia vida. La depresión, los problemas de concentración y el estrés, la ansiedad o el nerviosismo son los principales problemas vinculados con la insatisfacción. También lo son el insomnio, el cansancio, las adicciones, la anorexia, los problemas cardiovasculares, la menopausia, el sobrepeso y el cáncer, entre otras.
Las desgracias tampoco son determinantes. "El nivel de satisfacción vital de las personas que habían sufrido una desgracia en fechas recientes era significativamente menor que el de las personas que no habían sufrido un suceso de este tipo", concluye el informe. En este caso, los afectos también son cruciales. "El apoyo social protege la felicidad ante la desgracia, con un efecto amortiguador del impacto de los eventos desgraciados", asegura el informe.
En 2010, España fue el país más feliz de Europa, después de Rumanía. Los investigadores recuerdan ese dato para demostrar el viejo tópico que sostiene que el dinero no hace la felicidad. "No hay necesariamente relación entre las condiciones materiales de vida y la felicidad", sentencia Grabulosa. "Creo que la felicidad de una sociedad depende en parte de la capacidad que tenga de generar flujos entre las personas", insiste.
El informe establece una cadena de conclusiones: Las relaciones sociales nos hacen más optimistas, el optimismo nos hace sentir más felices y la felicidad nos hace sentir más saludables. Grabulosa, sin embargo, advierte: "No se puede decir; evite usted la gripe siendo feliz".
El presidente del Instituto Coca-Cola, Carlos Chaguaceda, aclara que "la felicidad se trabaja, no se puede esperar sentado en casa hasta que llegue; hay que buscar lo que nos hace felices".
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